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Next][Thread Index] GacetaLille número 23 - fecha Bonus track: Avril... San
Fermín, under my skin.
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| Buenos días. Ya sé que dije que la 22 era la última gacetilla. He cambiado de opinión. Ya me despedí una vez, pero estoy seguro que la semana pasada más de uno miró el correo para buscarla y se sorprendió de que no estuviera. Esta semana no escribo desde Lille, aunque he estado cerca de territorio Francés y con más franceses a mi lado que muchos días en Lille, así que me he tomado la licencia de escribir de nuevo. Lo he llamado el Bonus Track, jeje. Esta semana la providencia y un autobús cargado de gente con ganas de juerga me llevó hasta tierras pamplonesas para vivir en primera persona, propias carnes, la mayor fiesta (dicen) de toda España, de todo el mundo. A falta de establecer una comparación con las Fallas de Valencia debo decir que me parece difícil de superar, tanto en ambiente, en número de personas y hasta en precio -no es nada caro, pese a lo que podáis imaginar, o será que estoy con el baremo de precios de Francia, quien sabe... Para abrir boca en el viernes estuve en uno de los mejores de conciertos que he tenido el placer de estar; Avril Lavigne dió un soberbio concierto de presentación de su disco "Under My Skin". Un pequeño concierto de una hora, aperitivo del concierto de la gira de verdad que será a finales de año en Barcelona. Trece canciones en las que hizo gala de su saber en el escenario, temas todos ellos bastante cañeros, que son los que más me gustan, por otro lado. Los teloneros "La quinta estación", que triunfan en tierras mexicanas y de los cuales ya había oído varios temas, también me dejaron un buen sabor de boca. Diez euros -los de la entrada- muy bien empleados que me mantuvieron gritando y saltando hasta la medianoche. A las seis -cuatro horas de sueño después- mi cuerpo se despertaba en dirección hacia Pamplona. El viaje en autobús fue una larga siesta que nos abrió las puertas de una ciudad acogedora de manos de Iñaqui, un compañero de Javito de apellido francés Pimoulier, alias "el Pimu". El tener a un guía tan amable y con tanta paciencia nos permitió hacer una rápida travesía por la ciudad y sus mejores rincones. La travesía Mercaderes-Estafeta estaba llena de gente de fiesta ya desde primeras horas. Los mismos escenarios que se ven día todas las mañanas en televisión, estaban allí delante de nosotros, mucho más pequeños de lo que parecía a través de las cámaras angulares televisivas. Lo primero era tomar un vinito, cambiar el color de nuestras vestimentas a blanco pamplonés y hacernos con sendos pañuelo y fájín rojo. Nuestro guía personal nos desaconsejó los puestos callejeros que saturan los rincones, venidos de Huesca, Soria y demás tierras limítrofes. En una pequeña tienda de la plaza del ayuntamiento, para nada cara, nos pertrechamos debidamente y hasta pudimos comprar algunos recuerdos para la familia. Es lo más propio y aconsejable si pretendes acallar los desánimos de los progenitores. Tras cumplir con la primera visita y la primera ronda, era el momento de retomar fuerzas. Comer tampoco fue caro, bocadillos y coca-cola en mano, en un parque con las murallas y la magnífica vista del valle a nuestras espaldas. Después de comer, nos acercamos a uno de los arcos de la muralla desde el cual se ven los toros a lo lejos, que esperan ser transladados por la noche a los toriles desde donde parte el encierro. Estos toriles, con nombre "07J", cobran sus religiosos euros si quieres verlos más de cerca, pero había cosas más interesantes en las que invertir el dinero. Antes de ir a la plaza de toros había que pasar por la feria, probar suerte, puntería o ambas. Se sitúa en un solar en pleno centro, una lástima que su actual ubvicación esté destinada a la futura estación de autobuses. Además de intentar ganar algo, pudimos descargar adrenalina en las atracciones y reponer fuerzas a base de gofres y patatas fritas. La tarde empezó en la enorme Plaza del Castillo, verdadero centro de la fiesta.Yo todavía tenía en mis retinas y oídos los acordes de Avril Lavigne, hasta que entramos en el primer local de nombre Gazteluleku. De ahí en adelante la fiesta no paró. La música, la gente, el champán con helado de limón, los franceses venidos de Biarriz -son legión-, el kalimotxo, el ambiente y las ganas de bailar y disfrutar. El plan era no acostarse y terminar en la madrugada en la cuesta de Santo Domingo guardando el sitio para ver en primera línea a los mozos lanzar la consabida seña matutina periódico en mano. De la plaza del Castillo, salimos para la Plaza de toros pasando por la catedral y sus alrededores. La calle de nombre "Salsipuedes" (verídico), calle sin salida con un convento de clausura en su extremo fue el toque de humor negro de la travesía. La plaza nos recibió con toda la gente (multitud) y entonces empezó la fiesta. Las peñas con sus carteles, sus disfraces en algunos casos -unos duendes con gorros irlandeses causaban sensación- y en todos casos el ritmo y la música de la banda nos metieron en harina. Una guerra de almohadillas al finalizar y todo el mundo en el ruedo bailando y cantando. La plaza quedó en un estado lamentable, un premio a los servicios de limpieza que son los verdaderos protagonistas de la fiesta en ciertos momentos. Desde la plaza nos dirigimos a la cena, había que almacenar fuerzas para aguantar toda la noche. Un local en la calle Tejería de nombre "La cofradía" nos ofreció una sustanciosa cena. Desde allí volvimos sobre nuestros pasos para ver el centro, la plaza de Navarrería, donde la fuente de Santa Cecilia se usa de trampolín por los "guiris" para probar su valor y eventualmente abrirse la cabeza. La fiesta comenzó en el bar Iruña, en la misma plaza del Castillo y terminó en el "Niza". Entre ambos momentos, pasamos por varios locales del centro, un concierto en el escenario de la plaza del Castillo, la calle Calderería -ambiente más punky y alternativo-, la calle Tejería donde repusimos fuerzas y compramos bebida en uno de los numerosos locales de alimentación que seguían abiertos y por supuesto por las carpas al lado de la plaza de toros. Al final de la noche, nos dirigimos a la cuesta de San Antonio, donde me perdí, o mejor dicho, perdí contacto con el resto, porque saber yo sabía donde estaba. Con tanta gente esperando el encierro y con mi sitio privilegiado - primera línea en la valla debajo del santo - cámara de fotos en mano, el plan era esperar a hacer las fotos y el final encierro hasta que se despejara la gente y luego buscar. Dicho y hecho. Fotos, emoción y una sonrisa hicieron frente a la preocupación de mis acompañantes. El final de la estancia en esta maravillosa ciudad estuvo destinado al desayuno con una tostada de tamaño industrial y la procesión de los gigantes con una danza de estos colosos de siete metros a escasos metros de la calle de la estación de autobuses, donde tomaríamos el camino de vuelta. Muchas gracias a Javito, José, Edu, Ana y por supuesto y sobre todo a Pimu. Nos vemos en los próximos sanfermines. Las fotos tardarán en salir, llevan un trabajo inmenso de clasificación y selección -en la dirección de siempre (ver URL). El resto de lo que ha dado de sí estas semanas se queda empañado con este último fin de semana. Un fin de semana de fiesta y de música, en la tónica de las mejores gacetillas, aunque lejos de Lille. Un fin de semana inolvidable y en maravillosa compañía. Mi gacetilla se despide, ahora sí, con un último número digno de ser el último. Esto se ha acabado queridos amigos. Después de un gran año, punto y final, aunque final más que digno. "Pobre de mí..." Hasta siempre; Tebas Rubén Vidal -- "Bienvenidos al mundo real" Tebas Rubèn Vidal un inforMATRIXco en Lille 2004 |
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