Buenos días,
Una semana más de despedidas, pero esta además, aderezada con una despedida muy importante. El responsable de marketing en España, que también se llama Rubén, deja el puesto para intentar algo mucho más interesante. Desde su punto de vista, la informática no es demasiado apasionante, lógico para alguien que ha estudiado economía de mercado.
Gracias a él ahora sé lo que son cosas como un estudio de mercado, una prospección (no sé si está bien traducido del francés, jeje) o cómo elaborar un plan de acción (de nuevo no sé si la traducción es correcta). No deja de ser curioso, cuanto menos. Ya se sabe, hay que saber de todo en esta vida. Por todo ello y por seleccionarme (fue él quien me contrató) le estoy muy agradecido.
Puesto que yo era el único español que le conoce medianamente bien, me encargaron a mí comprarle los regalos de despedida. En el sobre que circuló por todos los departamentos se acumularon más de 100 Euros, hasta yo me sorprendí. Se me acabaron las ideas en pocos minutos, pero al final se hizo lo que se pudo. No podían faltar los artículos de broma, algún que otro cómic picante (XXX) y hasta algun libro sobre cocina francesa, ya que en la empresa nos alimentamos a base de pizzas, bocadillos, kebabs... sí vamos, comida "francesa", jeje. Ahora es de suponer que tendrá tiempo y oportunidad de degustarla.
En la fiesta de despedida, como toda buena fiesta española que se precie, no faltó la sangría, ni el jamón serrano, ni el cava español. Era curioso ver a los franceses tomar cava español - Codorniú para más señas. En ese detalle, las fotos no tienen desperdicio. Siguiendo la costumbre de la semana pasada, os doy la URL con las instantáneas. Al final de la fiesta yo sólo recuerdo que (no sé exáctamente cómo) llegué a mi habitación a eso de las cuatro o las cinco.
En la residencia la que se nos iba definitivamente a Finlandia es Anna, compañera de Bárbara en las noches de salsa, y merengue. No resulta nada habitual el poder comprobar que una finlandesa y una eslovaca son capaces de moverse maravillosamente a ritmo latino. Ambas han sido una compañía habitual y casi imprescindible cada vez que salíamos a bailar. Naturalmente, la despedida de Anna fue a ritmo de salsa y merengue, pero pudimos conseguir un sitio para hacerlo mucho más personal y recogido.
El novio de Laura, la otra finlandesa, Benjamin, está encargado de un hotel fabuloso. El recinto es propiedad de sus padres y está situado a veinte minutos escasos de Lille, en un pueblo con mucho "encanto". En el salón del hotel, preparado especialmente para la ocasión, pudimos escuchar música, tomar unas pizzas, beber unas copas, bailar, hablar,...
Además de los de siempre, se apuntaron algunos amigos de Benjamin y los compañeros de clase de Anna. Una noche más que interesante. Para terminar la semana, el sábado tras la resaca matutina, nos reuníamos todos los españoles (los que quedamos) para ver el partido de España-Rusia. Naturalmente, hubo celebración posterior en el Latina-Café... de nuevo
Este domingo sin embargo, el plan era mucho más tranquilo. Par mí, ha sido la primera vez que he podido ir a una playa en Francia; a Dunkerke para ser más exactos. Una playa que también fue escenario del desembarco de Normandía, como lo atestiguaban varias placas commemorativas. Casi todos los compañeros de la empresa, incluído Rubén -ex compañero en su caso-, nos juntamos para pasar el domingo de una manera diferente.
No voy a decir que iba a broncearme, porque ya lo estoy, pero hay muchas maneras de pasar el tiempo en la playa. Una jornada relajada en la arena, comer, terminar el licor de crema catalana que todavía quedaba, jugar al freesby, al voley-playa (no sabía que se me daba tan bien, qué curioso) y terminar la tarde cenando en una terraza en primera línea de playa unos mejillones con patatas fritas viendo el partido de Francia contra Inglaterra.
Un par de soberbios goles de Zidanne para terminar la semana, de las pocas cosas con las que te puedes sentir identificado con un francés,... Siempre que seas del Madrid, claro está. Un saludo a todos.
